En unos días es 8 de marzo y seguimos sin sección de Feminismos

Dicen que el feminismo está de moda. Ummm…, ¿será que por eso que la gente no se deshace de sus libros sobre feminismo?, ¿porque decoran mejor el perfil intelectual y dan lustre progre a nuestras estanterías?, ¿puede ser, como nos ha pasado a algunas, que nuestras lecturas feministas son un bien preciado, y las conservamos, a diferencia de otras lecturas más efímeras?, ¿podría ser que los libros sobre feminismo no son tan abundantes -en consumo, ni en producción- y en buena lógica proporcional nos llegan muy pocos de los pocos que se compran? Podría ser una suma de algunas de esas cosas: no se leen tantos libros sobre feminismo (al fin y al cabo, es un género especializado) y de los que se leen, nos deshacemos poco porque nos gustan, porque hemos desarrollado un apego por lo que nos ha despertado su lectura.

La Casquería es un proyecto pequeño que ni lo sabe ni lo puede todo: no sabemos por qué llegan unos libros y otros no, por qué se leen unas cosas u otras, ni tenemos la costumbre de decirle a nadie lo que tiene que leer. No se trata entonces de decir que La Casquería sea una librería feminista (mucho por hacer, siempre). Más bien, nos gusta pensar que el feminismo inspira algunas claves de nuestro funcionamiento.

 

En unos días es 8 de marzo y eso nos recuerda que nuestra librería no puede albergar todos los libros que le gustaría -ni siquiera nos da para mantener una sección de feminismos- ni puede ni alcanza a muchas cosas que querríamos (tener más incidencia en el barrio, ser más sostenible, mejorar la vida de libreras y lectoras o reequilibrar el reparto de tareas productivas y reproductivas en todos los ámbitos de la vida, por ejemplo).

Pero en unos días es 8 de marzo y nos gusta pensar que nuestro feminismo también tiene que ver con esa idea de que no llegamos, pero cooperamos para resistir; de que no llegamos, pero no dejamos de imaginar el barrio y la ciudad que queremos; de que no llegamos, pero aportamos nuestro proyecto, que es parcial, insuficiente e imperfecto, como una práctica cotidiana donde experimentar ese territorio de vida en el que sostenemos redes de afecto y apoyo mutuo.

Este 8 de marzo, la huelga feminista nos impele de nuevo a cuestionarnos todo, y a defender una vida que merezca la pena. Nuestra batalla cotidiana tiene que ver con esa otra vida, así que el día 8 nos sumamos al paro para cambiarlo todo.