SI TE LLEVAS OTROS ESTÁS HACIENDO EL CANELO
(luego no digas que no te lo hemos avisado)
Bueno, un poco de seriedad que el tema lo requiere. Resulta que, con el espíritu y los modos de Tom Sawyer,, hemos decido deciros lo que tenéis que leer. No siempre, pero a ratos, que andáis muy desmandados. Así que vamos a ir sacando listas con lo mejor de la librería, listas que estáis en pleno derecho de ignorar, rebatir o ampliar. A ellas se la refanfinfla. Las opiniones de la persona humana que la confeccionará en cada ocasión son indiscutibles, certeras y, definitivas, ya que carecen de toda base científica, moral o técnica. Su vínculo con la más mínima inteligencia y seriedad es fundamentalmente líquido. Pero aleccionar mola, y que te pongan verde por hacerlo, más.
Aparte de enredar inútilmente estos electrones, la lista tendrá su soporte físico y perecedero en la librería, en la forma de un cajón con los libros seleccionados en cada momento o los que vayan quedando a causa de la rapacidad de la clientela. Es ahí donde vuestra aportación es bienvenida, nadie os impide coger otro libro de la librería y meterlo en el cajoncito, a ver si cuela. Si además dais motivos por escrito, aquí o en directo, mejor.
Sin más pararrayos, vamos con la lista de hoy.
El Idiota, de Fedor Dostoievski, es un libro para leer en la cama con una pierna rota y mucho jarabe. Casi como si estuvieras leyendo la montaña mágica, pero sin pasarte tanto, que luego vienen las secuelas. Dostoievsky es un escritor salvaje, aunque no lo parezca. Aparte de sentirse identificado con el título, este redactor se identifica plenamente con los diversos ridículos que hace en sociedad el principe Mishkin. Literatura rusa sin escrúpulos para adolescentes sin remedio.
El largo adios, de Raymond Chandler, es sin ninguna duda (ninguna) la mejor novela de Chandler y de lo mejorcito de la novela negra americana no detestivesca (si añado dos o tres adjetivos más ya podría asegurar del todo que es la mejor). Como todo el mundo sabe, la novela negra es una de las formas más puras de literatura que se puede encontrar en el cochambroso siglo xx. Marlowe se las ve y se las desea para mantener el cuerpo entero y la mente sana. No lo consigue, claro, que para eso ésta es la última novela del ciclo. No te hagas amigo de borrachos.
Cuentos y fábulas de Augusto Moterroso, está aquí porque es imposible decir tantas cosas divertidas con tan pocas palabras. Si eres de los que creen que antes la fe movía montañas todos los días, lo cual era una faena para el tráfico, este es tu libro. Lo demás es silencio, o tostones con ínfulas de literatura.
Cumbres borrascosas, de Emily Bronte, te enseña como una cría que muere antes de los 30 y que vive toda la vida encerrada en un pueblucho brit, metida en un cuarto con tres hermanas, sermoneada por su presbítero padre y preocupada por el borracho de su hermano puede saber mucho más de qué es la vida y de qué va que cualquiera. Eso sí, lo de poner títulos no se le daba (pero el título es un género moderno). Hay una escena en la que el narrador intenta zafarse de la mano de una niña (que quizá es un fantasma) cortándole la muñeca con un cristal. Si consigues pasarla sin gritar eres un crack. De cosas así está lleno este libro, que es la historia de amor más tremenda que se ha escrito. Por cierto, Buñuel hizo una versión.
Mercaderes del espacio, de Frederic Pohl y C.M. Kombluth, demuestra a las claras que aún queda imaginación en las letras. Toda metida en la ciencia ficción, claro. Pohl murió a principios de este año, así que es un buen momento para echarle en cara esta estupenda novela, que dicen por ahí que es lo mejor de su producción (será opinión del guapo que se ha leído enteritas sus tropecientas novelas). Antiutopía sobre una sociedad dominada por las campañas publicitarias. ¿Te suena?
Opiniones de un payaso, de Heinrich Boll, está aquí porque hoy me he levantado heavy, no hay duda. Se trata de otra de las ene variantes de Huck Finn. El payaso del título es un clown (suena más elegante) alemán (suena más serio) de éxito (suena más valorable) que hace de Holden Caulfield pero a lo bruto, con treinta años, una ex y cayendo en pendiente contrapicada. Verle sacarse los higadillos y remeterlos todos uno a uno, manteniendo el cuerpo con vida, es toda una experiencia. Que tu novia se vaya con un estudiante de teología es lo que tiene. Amor se escribe sin h.
El conde Lucanor, del infante Don Juan Manuel, porque sin duda te lo saltaste en el cole y no, por favor, que éste vale la pena. ¡Cuentos fantásticos hipermodernos en el límite de la edad media! Borges decía maravillas de este libro, y es que todo lo que parece nuevo lo es porque no hacías caso a la profesora de literatura. Empieza por el relato del estudiante de teología que quiere estudiar artes mágicas y me dices que tal le han sentado las perdices.
La dama de blanco, de Wilkie Collins, tiene al malo más malo de los malos, gordo, taimado y con un gusto por fastidiarle la vida a la protagonista, toda dulzura, que te cae bien desde el primer momento. Ver cómo se la pega se convierte en una mezcla de alta literatura con tu episodio favorito del coyote (bip bip). Collins era amigo de Dickens, con el que escribió más de un libro, pero era mucho más divertido y no sabía escribir mal una frase. De ahí la diferencia.
El filo de la navaja, de W Somerset Maughan, es un libro olvidado porque esto de la crítica es un mundo lleno de cantamañanas. Verbigracia. En esta novela Maughan juega a ser un personaje más y se toma el pelo a si mismo, creando una especie de remedo de lobo estepario en pleno Chicago. Todos encuentran algo en este libro de final feliz. A ver si tienes suerte tu tambien.
Un lugar salvaje, de Robert B Parker se lee en una tarde. Las novelas de Spenser son lo mas parecido a que Chandler hubiera escrito el doble de libros. Aquí verás a Spenser, todo amor, musculo y dulzura, dejarse la piel en Hollywood. Uno de los más oscuros de la serie.
Fundación, de Isaac Asimov, está mejor escrito de lo que parece. Cuando uno escribe hasta en el baño, lo de mantener el nivel es complicado.Tres buenos personajes en cinco cuentos cortos que preparan para otros dos libros clásicos (recomendables) y un montón de precuelas y secuelas que son un tostón de muy señor mío.
Sentido y sensibilidad, de Jane Austen, porque es más sencillo que Orgullo y prejuicio y se puede leer sin tener ni idea de la vida en Inglaterra en el año pum, pues las fuerzas antagónicas del sentido y la sensibilidad, o el juicio y el sentimiento (asi lo traduce alguno) siguen igual ahora que entonces. Aparte, leer a Jane Austen es tan placentero como descubrir en vacaciones un sitio hermoso, que desconocías completamente y que jamás te habías imaginado que existiera.
La llave de cristal, de Dashiell Hammett está escrita con un hacha. Hammett no es un escritor encasillable. Esta novela habla de corrupción y de violencia en unos términos que se saltan el supuesto género en el que parecen moverse. La lista de fans declarados de esta novela incluye a Gide, a Cernuda, a Malraux… quizá suficiente para que algún cultureta alce la ceja. Los Coen hicieron una versión casi transparente (nadie lo diría) en Muerte entre las flores (Miller’s crossing). Otro día hablaremos del papel de Lillian Hellman en todo esto.
Y la selección de Cuentos, de Katherine Mansfield, para terminar, contiene, a falta de Bliss, algunos de los mejores cuentos de esta chica neozelandesa, que rivaliza con Emily Bronte en lo dicho más arriba. Leer las cuatro páginas y media de Marriage a la mode te indicará en un momento, mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo, la escritora inverosimil que te estás perdiendo.