Trabajar cansa y producir agota

Entre los días 11 y 16 de febrero se ¿celebra? la semana de la energía. Quizá la máxima más adecuada para estas fechas debería ser “Trabajar cansa y producir agota”, solo por tener en cuenta que la energía no es solo la que se produce y se consume, sino también la que se reserva y no se gasta.

Habitamos un mercado que es depredador en energía: climatación, luces, cámaras (de las de frío)… y acción, para un espacio en buena medida infrautilizado. La Casquería, como otros puestos de aquí, factura sus gastos propios con una empresa social: nos abarata los costes y los dignifica, pero sabemos que eso es, hoy día, casi marginal. Nuestra labor principal como librería de lance es hacer que vuelvan a circular libros, que no se queden varados y sin uso o que no terminen engordando basuras: una gota de agua en un vaso que rebosa de ineficiencia energética y un descontrol sistémico de los recursos sobre el principio de que si tienes para pagarlo, es tuyo. El nuestro es un “uso pobre” de la economía: no estamos aquí para enriquecernos ni sacar el máximo partido del local municipal que ocupamos. O sea, no ponemos vinos y copas y tapas rápidas los fines de semana como “complemento” de nuestro proyecto. No vamos a cambiar la orientación de nuestra iniciativa.

Estamos, nos dicen, perdiendo dinero. Y, sin embargo, tenemos la sensación de habitar en medio de una “energía” limpia: de codicia, de especulación, de ambición (algo que la economía en versión thatcheriana nos censuraría).

Divagamos: en realidad todo esto era para deciros que a menudo nos llegan publicaciones (folletos, manuales, bricoinstrucciones del hogar en plan hágalo usted mismo, incluso análisis más en profundidad) que hablan de la energía, su ahorro y su consumo, su protección como recurso limitado y su derroche como causa del deterioro ambiental, y, para nuestro desconsuelo, no suelen generar demasiado interés. Pero aquí se quedan, esperando, “gastando” espacio, hasta que una mano llega, las coge, las sopesa, y dice: “Bah, para lo que cuesta, le voy a dar una segunda oportunidad”. Cada libro que vuelve a viajar es para La Casquería un consumo de energía justificado.

 

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